Un violento con mil nombres: usó identidades falsas para acumular causas sin ir preso, pero cayó por sus huellas dactilares

«A vos te va a pasar lo mismo que al pibe». La amenaza se escuchó en un supermercado de Balvanera y dejó helados a los clientes que circulaban con sus changuitos por las góndolas. Todos sabían lo que significada «lo mismo que al pibe»: una brutal paliza contra un chico del barrio que fue víctima de un sorpresivo ataque por la espalda y terminó con graves lesiones.

Un violento con mil nombres: usó identidades falsas para acumular causas sin ir preso, pero cayó por sus huellas dactilares
Un violento con mil nombres: usó identidades falsas para acumular causas sin ir preso, pero cayó por sus huellas dactilares

Esta secuencia de hechos -la golpiza y la amenaza posterior- fue solo la punta del iceberg. Cuando el agresor finalmente fue detenido, sus huellas dactilares revelaron que había protagonizado un violento raid de ataques, a los que había camuflado bajo identidades falsas.

Al violento de los mil nombres se le atribuyeron más de 10 causas que originalmente había sido imputadas a otras personas. En un juicio abreviado, se lo condenó a cumplir una pena de 3 años y 1 mes de prisión efectiva por el ataque de Balvanera.

Pero hay otro dato inquietante: está implicado también en otros hechos que incluyen un robo y un homicidio en otras jurisdicciones, que serán juzgados por separado. También en otras causas menores que aún siguen abiertas.

C.V.G. tiene 31 años y construyó una extensa cadena de delitos en las que quedó procesado bajo numerosas identidades apócrifas: Ignacio Manzanel, Rodrigo Alejandro Pedraza, Darío Walter Murillo, Álvaro Ariel Pintos, Juan Pablo Sacullo y Rodrigo Ezequiel González son algunos de los nombres truchos que fueron identificados por la Justicia para condenarlo.

La sospecha es que pudo tener acceso a datos del RENAPER para dar a la policía datos filiatorios reales de otras personas cuando lo identificaban en la calle. Lo más curioso es que en uno de los episodios, llegaron a ficharlo con los datos equivocados.

Su raid terminó cuando cayó por un delito y se dispuso su prisión preventiva. Esta vez, sí, quedó identificado con su nombre real. Al cotejar sus fichas dactiloscópicas se descubrió que coincidían con las huellas de un imputado en otra causa pero que figuraba bajo otra identidad.

Un joven fue condenado por más de 10 hechos de violencia en los que usó diferentes nombres para no ser identificado.

La causa era la del ataque y amenaza en Balvanera que llevaba Sebastián Fedullo en la Fiscalía 12. El imputado atacó por sorpresa a un joven en la calle: le dio un puñetazo en el rostro y luego numerosos piñas y patadas en la cabeza. Le provocó politraumatismos, doble fractura del maxilar inferior y fractura de huesos de la cara. Por este episodio, y según la certificación médico legal, se calificó el hecho como lesiones graves. Además, recibió otra denuncia por las amenazas en el supermercado.

En esa causa, el fiscal Fedullo citó originalmente al hombre señalado en la causa. Pero era otra falsa identificación: el presunto implicado no coincidía con la fisonomía que mostraba las cámaras de seguridad del ataque. Una rueda de reconocimiento terminó de constatarlo: la víctima no lo reconoció como el agresor.

«Ante el descubrimiento de las huellas dactilares, la Fiscalía 12 solicitó un informe de cotejo de las fichas dactiloscópicas al Registro Nacional de las personas (RENAPER). Este organismo informó que las huellas del detenido se correspondían con la de una persona con más de 10 causas -entre ellas algunas por robo y homicidio las cuales siguen su trámite en otras dependencias-, casi todas bajo nombres diferentes que utilizaba», detalló este lunes el Ministerio Público Fiscal de la Ciudad a través de un comunicado.

Con el resultado del informe, se hizo una nueva rueda de reconocimiento con víctimas de los casos, en la cual se logró individualizar al imputado e identificarlo bajo su nombre real.

Finalmente, en una audiencia realizada el viernes 12 de septiembre, se homologó el acuerdo y se condenó al agresor a 3 años y un mes de prisión por los delitos de lesiones graves calificadas por mediar alevosía y amenazas simples.

El dato de la alevosía fue clave para conseguir una condena de prisión efectiva y se basó en que la víctima fue atacada por sorpresa en la calle por la espalda, por lo que no tuvo posibilidad de defenderse. La pena fue posteriormente homologada por el juez Ricardo Badlomar, del Juzgado N° 18 de la Ciudad de Buenos Aires.

Ahora C.V.G. quedó a disposición de las jurisdicciones que tramitan la causas por robo y homicidio, en las que figuraba como prófugo.